sábado, 26 de octubre de 2013

Cecilia

Llegó aunque sea por un rato. Ella peinó su cabello y arregló su vestido, a pesar de todo el tiempo que llevaban juntos, aún llegaba a ponerse nerviosa con su aspecto. Quería gustarle siempre.

Abre la puerta. Lo invita a pasar. Le da un cordial beso en la mejilla.

Se sentaron en el sofá de la sala y conversaron un rato, sobre cosas que eran relativamente triviales en ese momento, hablaban de todo, menos de ellos mismos, ella lo extrañaba infinitamente y lo único que pensaba en ese momento era algo parecido a: "¡Callate! ¡Besame!" Sin embargo, lo que salían eran simples palabras como: "Ajá, orale, que padre".

Parecía que el no se daba cuenta de lo que ella decía a gritos en su mente. Ella le toma la mano. El sonríe, pero continúa conversando.

Le decía sobre grandes proyectos, hazañas increíbles que él sería capaz de realizar, ella cuenta algunas anécdotas, pero su mente sigue perdida en el beso que él aún no le da.

Siguen pasando los minutos. Comienza a desesperar. Mueve las piernas con rapidez. Se muerde el labio y se hace sangrar. El no lo nota.

Ella decide pararse a revisarse el labio sangrante, se mira en el espejo y nota que es un simple desastre: "Con razón no quiere ni besarte, nada mas mirate" se dice a sí misma entre susurros.

Sale del baño con la cabeza gacha. El lleva una flor. Sin más, la besa...

Kaori. 

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