viernes, 14 de marzo de 2014

No te quiero, no te quiero nada..

Yo sé que no te quiero, como podría decir que lo hago si todo el tiempo estamos peleando, si no te quiero y a veces hasta te odio. Yo se que no te quiero, simplemente que no puedo ni mirarte y ya quiero gritarte y que me grites ¿Quizá?

Sin embargo aquí estoy todos los días constante, pendiente de ti, como perro faldero. Pero no te quiero, de hecho te odio, quisiera morderte, como perro callejero. Quiero atacarte y quizá cortarte una mano, no sé yo no te quiero.

Pero aquí me tienes con el teléfono en mano esperando tu llamada queriendo escuchar tu voz y recordar lo mucho que no te soporto, no te quiero, no te quiero nada, pero tengo esa necesidad de saber de ti, de ver como estas, de verte, escucharte, sentir tus manos en mi cuerpo, quizá que sientas las mías. Pero en realidad yo; no te quiero nada, de hecho te odio con el alma.

Tengo esa necesidad de que si me falta el aire o si quiero llorar, que si tengo un problema, que si me siento mal, o sólo quiero conversar, tu número es el primero en mi lista de llamadas, apareces como por arte de magia en mi mente y sin darme cuenta yo, ya te estoy marcando, sin embargo te odio.

Odio esa necesidad de quererte, odio este amor que siento, porque es lo mas bonito que he sentido jamás, porque odio las cosas bellas y odio las cosas del amor, porque no soporto la simple idea de saber que hay alguien que habita en mi corazón y amo a esa persona con las entrañas del alma.

Odio todo lo que me haces sentir, porque es tan hermoso que me repugna, es tan complicado y a la vez tan simple, es todo lo que soy y todo lo que eres, odio tenerte ganas y que me correspondas, esta atracción tan fuerte que tengo hacia tu cuerpo, tu mente, tus ganas de besarme, hacia a ti. TE ODIO CON TODO LO QUE TENGO.

Sin embargo te amo, porque me desvelo pensando en ti, amanezco feliz sólo de saber que estarás ahí, porque amo pelear contigo y que después me busques y me beses. Te amo porque amo los besos y amo el olor de tu piel, de tu cabello, de tu esencia, porque amo amarte y te amo a ti, porque siempre que quiero odiarte, termino enamorándome cada vez más y que no importa que pase, siempre serás especial.

Te odio porque me enamoraste, sin embargo disfruto tanto de éste sentimiento que te amo por encenderlo, disfruto tanto de pelear, de reír, de amar, soñar y gozar, que llega un momento en el que te siento parte de mí y me siento parte de ti.

Te odio porque sé que a veces me odias, pero incluso cuando te odio, yo te sigo amando...

Kaori.

jueves, 6 de marzo de 2014

Cartas a Irie #52

Fue en ese momento, en aquel beso, ese que fue sincero, el que me sacudió hasta el último hueso de mi cuerpo. Tu beso. Tu amor. Tú. 

Decidí que era momento de volver a enamorarme de ti....

Kaori.

domingo, 2 de marzo de 2014

Plabras al azar #3

Proyecto personal en el cuál pido por 10 palabras cada semana y con ellas armo una historia. Las palabras de ésta semana son:
1. Vaivén 
2. Corcel
3. Complacer
4. Zafio
5. Picaporte
6. Pátina
7. Discernir
8. Carrizo
9. Expeliarmus
10. Magistral

-¡EXPELIARMUS!- Grité con furia levantando mi varita hacia la de ella, la cual salió volando como se suponía. 
-¡Rindete Agatha, estás desarmada!- le dije apuntandola a la cara con actitud de quien manda.
-¡Jamás, nunca lograrás que me rinda!- Me miró desafiante y me derrumbó mientras procesaba sus palabras.
-Ya verá lo que te haré con semejante traición.
-Atrapame si puedes.
-¡No huyas cobarde!- Y salí corriendo detrás de mi hermana.

Eran días llenos de alegría y juegos múltiples donde el favorito era sin duda Harry Potter, aunque a veces cambabamos de idea y jugabamos a otras cosas.

Era genial jugar con mi hermana Agatha en el jardín de la casa, los perros a veces se mos unían y tomaban bandos, era difícil DISCERNIR cual estaba de que lado, puesto que siempre cambiaban cada dos por tres.

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Ocho de la mañana. Es un día soleadoen mi apartamento, me despertaron los rayos del sol antes que la alarma del reloj, me quedé ahí un momento, arropada, sintiendo las caricias de mi almohada y de las sábanas hasta que la alarma por fin sonó.

Me levanté pesarosa de la cama y me dirigí a la cocina, puse dos panes a tostar y encendí la cafetera. Me metí a bañar.

Cuando salí de mi baño Ian, mi perro, saltó a darme los buenos días, era fácil COMPLACER a ese gran pequeño. ian era un "fila brasileiro", sin embargo era un perro abandonado. Necesitaba un compañero fiel que pudiera defenderme cuando salieramos a caminar. Iba a comprar un cachorro en la tienda de mascotas de la esquina, sin embargo, no tenían lo que buscaba, así que me encaminé al refugio y justo cuando iba entrando un cachorro de 3 meses se aproximó a mi y robó mi corazón, desde ese momento nos juramos una eterna amistad.

Ian era al principio como un CORCEL indomable, pronto tomó un tamaño enorme y era bastante travieso, hasta que concluí que ambos necesitábamos unas buenas clases de disciplina, después de eso no volvimos a tener problemas.

El café estaba listo, tomé los panes del tostador, les unté mantequilla y cajeta, era un desayuno delicioso, acompañado de mi café negro y algo de mango.

Me vestí para el trabajo y me dirigí al auto, cuando de repente la vi, con aquél VAIVÉN que tiene al caminar. Me encanta verla pasear en las mañanas con su perro en el parque. Era una figura digna de admirar, con todas las virtudes de una mujer bella y muy femenina, ella era de aquellas que incluso se veían bien en ropa deportiva o de cama.

Sandra era una mujer delgada, esbelta y con mucho porte, siempre me sonreía al pasar a mi lado y eso alegraba mucho mis mañanas, sentía un vuelco en el corazón cada vez que esos ojos color miel se cruzaban con los míos, mis manos me sudaban, cada vello de mi cuerpo se erizaba y me temblaban las piernas, solo con que me observara.

Algún día me atrevería a hablar con ella para invitarla a salir, ya era mi amiga, pero quería tener el valor para hacerla algo más, pero no sería hoy.

Diez de la mañana. En la oficina parace no haber ningún problema. Descanso los ojos un momento en mi despacho, cuando llega el primer caso, el asesino de una familia que dejó viva a la hija mayor, querían pena de muerte y me llamaban a juicio como fiscal de distrito. Al leer la noticia, los ojos se me hicieron como platos, era el mismo modus operandi de hace más de 15 años. Me senté en mi silla, con el rostro desebcajado y blanco como la cera.
 
                           •••
-¡Ya está la comida! Mónica, Agatha, Adrián, vengan.- Mamá estaba cocinando, como siempre; la casa se impregnaba del delicioso aroma de lo que hacía y era casi un pecado no aparecer al instante de su llamado.

-¡Niños, ya llegué!- La voz de papá, salté de la cama emocionada y me paré dos segundos delante de la puerta, traté de serenarme, pero sin darme cuenta tomé el PICAPORTE y abrí de golpe la puerta. Corrí a su encuentro.

-¿Cómo te ha ido papá?- Pregunté ansiosa por su respuesta y fascinada por escucharlo, me encantaban sus historias de la corte.

-De maravilla Mónica, pero por ahora vamos a comer todos.- Bendijo la mesa y probamos los manjares que había cocinado mamá ese día. Hizo pay de manzana.

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Doce del día. Una lágrima recorrió mi rostro, era increíble lo que dolían los recuerdos, aún cuando son bellos. Me decidí entonces a llevar el caso y resolver mis dudas de una vez. Secando mis lágrimas me paré y arreglé mi traje sastre alisándolo, me miré al espejo decidida, unos ojos color avellana me observaban de regreso, mi rostro se veía perfectamente bien arreglado, como casi todo lo que se encontraba a mi alrededor. Suspiro y mi cabello; de color oscuro, se balancea coquetamente, lo acomodo un poco y salgo a atender los asuntos pendientes.

                             •••
Tres de la tarde. Voy llegando a casa cansada, fue un día muy largo. Ian siempre es un consuelo, aunque me gustaría que hubiera alguien más en casa.

Tocan la puerta y me dirijo a abrirla, era ella, Sabdra. Me congelé, era sin duda una visita inesperada y una muy bella, inmediatamente perdí el habla, me quedé ahí, impactada como siempre de su belleza. Por fin pude hablar, no sin antes carraspear un poco.

-S-sandra, ¡Que milagro! Mmm... ¿Qué te trae por aquí? Pasa.- de manera gentil le di el paso e Ian ls recibió con gran algarabía y la llenó de besos.

-Perdona la molestia Mónica.- Se detuvo súbitamenre y observó angustiada la comida que estaba preparando.- ¿Te interrumpo? Si gustas regreso más tarde.-

-¡No! No te vayas.- Dije apurada, sonando un tanto suplicante, carraspee de nuevo y corregí.- Mmmh! Me refiero que no hay problema, es más, me gustaría que me acompañaras.

Se pasó el cabello por detrás de las orejas y me miró avergonzada, pero con un brillo muy especial que jamás olvidaré.

La senté en la mesa mientras terminaba de cocinar. Comeríamos spaguetti en salsa blanca y un poco de milanesa de pollo empanizada, con algo de ensalada aderezada y de tomar una fresca agus de naranja.

-Dime Sandra ¿Qué puedo hacer yo por ti?- Traté de sonar lo más calmada y normal posible y parece que lo logré.

-La verdad es que necesito pedirte un facor muy grande y si no fuera de tal importancia no me atrevería jamás a pedirtelo.- Estaba un tanto nerviosa y lo que acababa de decir me inquietó un momento, no por el hecho de que me pidiera el favor, sino de que se notaba muy preocupada e intranquila. Ian colocó su enorme cabeza en mi regazo.

-Lo que sea que pueda hacer para ayudarte, no dudes en decirlo.- Se quedó en silencio un momento y prosiguió.

-Bueno. Lo que pasa es que mi madre enfermo y debo ir a visitarla a Nueva York y la verdad es que me da mucho miedo viajar en avión, ¿Podrías acompañarne? No tienes que preocuparte de gastos y puedes llevar a Ian si así lo deseas, será sólo un fin de semana.

Su propuesta me dejó sin más sorprendida y sin miramientos accedi.

                            •••

El lago estaba hermosísimo esa tarde, el sol reflejaba su luz pintando el agua de un color oro muy bello. Era una tarde de verano y los CARRIZOS se mecían alegres al compás de la música del viento.

Agatha y Adrián jugaban en la orilla del río, mientras que yo descansaba bajo la sombra de un árbol con mi bañador puesto, unas gafas y un libro en la mano, el día era hermoso.

Mamá y papá estaban a unos metros de mi, de vez en cuando los observaba, parecían una pareja de novios enamorados, más que un par de esposos. Mamá reía sin parar y volteaba la cabeza hacia atrás, papá acariciaba su rostro con mucha ternura y los ojos de mamá brillaban de manera especial. Suspiré.

                            •••
Nueve de la noche. Desde que Sandra salió de mi departamento, no pude hacer otra cosa que pensar que viajaría con ella y sin perder tiempo fui a mi habitación y comencé a empacar todo lo que me fuera a ser necesario. Ian me miraba con mucha curiosidad y me llevaba sus jueguetes favoritos para guardarlos en mi maleta. Todavía faltaba mucho para el fin de semana pero ya queria tener todo listo.

Terminé tan agotada que no me di cuenta cuando me quedé dormida, pero esa noche pude descansar.

Ocho y media de la mañana del día siguiente. Sonó el despertador y poco a poco fui recobrando la conciencia, Iab había dormido a mi lado y pese al ruido del despertador seguía roncando apasiblemente.

De nuevo preparé la regadera y puse el café a hacerse, saqué un plato hondo y el cereal de chocolate, los coloqué en la mesa y me metí después a la bañera.

Cuando salí, Ian ya estaba despierto y me miraba expectante, quería también su desayuno, así que se lo serví. Terminé y me dispuse para el trabajo.

Diez de la mañana. Era hora de enfrentarme al caso de lleno, el día anterior no habían sido mas que papeleos, sin embargo hoy me enfrentaría con el asesino, quien probablemente era el mismo que salió impune hace más de quince años, como fuera me encargaría de probar su culpabilidad y que pague por todo el mal que ha causado.

                             •••
Desperté intranquila, cuando de repente se escucha el sonido de un vidrio al romperse, asustada corrí al cuarto de papá y sigilosa lo desperté.

-Papá, hay alguien en la cocina.- Susurré muy asustada.

-No es nada Mónica vuelve a dormir.- Se arropó y se volteó.

-Papá en serio, hay alguien en la casa ¡Levantate!- Lo sacudí con fuerza hasta que se escuchó el grito de Agatha.

-¡Papá! ¡Mami!

Saltó de golpe de la cama y del cajón de su mesita de media noche sacó la pistola y con mucha cautela fue al cuarto de mi hermana. Adrián llegó primero intentando hacerse el valiente con su bat de baseball, obviamente el moustruo era más rápido y lo aprisionó junto con Agatha, mi papá tomó su arma muy firme y apunto al maldito a la cara.

-¡Sueltalos!

-No te creo en posición de exigir, así que mejor baja el arma.- Estaba tan calmado. Se escuchaban los sollozos de mi hermana y le dió una cachetada.- Guarda silencio querida, vas a despertar a los vecinos.-

-No te atrevas a volver a ponerle una mano encima.- El tipo la azotó en la cama y la desnudó completa, acariciando con sus sucias manos su cuerpo, con una cara de maniaco que daba miedo.

Papá se volvió loco y olvidandose de que portaba una pistola se avalanzó con las manos en alto contra el intruso, quien con un disparo se quitó de encima a mi papá, quien cayó sin fuerzas al suelo.

Mamá había llamado a urgencias y la policía venía en camino, mis hermanos lloraban sin poder contenerse y mamá corrió a tratar de auxiliar a mi padre, pero era demasiado tade, papá ya no estaba.

-¡ERES UN MALDITO! ¡LARGATE DE MI CASA Y DEJANOS EN PAZ!- Mamá lo apuntaba con las manos llenas de la sangre de papá. El intruso apuntó a la cara de ella, como si fuera algo cotidiano.

-Si sigues gritando veras como mueren ellos.- Mamá cayó al instante y los miró con mucha angustia.- De igual manera lo haré.- y apuntó a mi hermano Adrián quien congelado de miedo, se orinó encima y recibió un disparo en el pecho, despues el demonio se volteó con mi hermana e hizo lo mismo, la última fue mi madre sollozante.

Bajó a la cocina y como si fuera su casa se sirvió un vaso de leche fría y unas galletas, yo lo observaba temerosa desde las escaleras, lo odié por todo, por dejarme viva, por estar en mi casa, por lastimarlos, pero me odie mas a mi misma, por quedarme congelada y no mover ni un músculo. Por ser la que sobrevivió

Salió por la puerta de la cocina y se fue, una hora después llegó la policía y me encontraron abrazada a mamá. Mi vida no fue la misma desde ese día, ni yo lo fui.

                           •••
Doce del día. Era hora de verle la cara, quizá de nuevo, me llevaron a la sala de interrogación, pue como era fiscal de distrito debía estar presente, en cuanto vi su rostro de nuevo, palidecí y me desvanecí, era increíble que después de 15 años lo tenía de nuevo frente a mi, con sus ZAFIOS modales y su sonrisa psicópata.

No pude mas y salí de la habitación. Me encontraba de nuevo en mi despacho cuando llegó Julieta, mi asistente, muy preocupada.

-Parece que viera un fantasma señorita.- Me solté llorando con rabia, me encargaría de que ese maldito pagara por lo que hizo.

Tres de la tarde. Llegué de nuevo a casa con un pesar en el alma. Ian se avalanzó sobre mi y comenzó a jugar conmigo y a tratar de animarme.

No sabía que hacer, por lo pronto el juicio sería en una semana y tendría tiempo para poder pensar que hacer y como llevar el caso de la mejor manera posible.

Busqué entre mis cosas la carta que papá había adjuntado en su testamento, la cual había adquirido una PÁTINA amarillenta al pasar los años. Después de volver a leer la carta obsevé la fotografía que tenía guardada también en el mismo sitio que la carta, como los extrañaba a todos. Ian reposó su cabeza en mi regazo y casi de manera inconsciente lo acaricié.

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Ocho de la noche del viernes. Aunque muy a la fuerza, logre que Ian entrara en su kennel y lo arrastré hasta la puerta.

Esa noche, Sandra insistió que me quedara a dormir en su casa y que partieramos juntas para tomar el avión de las 6 de la mañana y llegar a Nueva York por la tarde del sábado.

Al arribar el avión Sandra me tomó fuerte del brazo, la chica estaba realmente asustada y mi corazón latía tan fuertemente que casi se podía escuchar el ritmo que entonaba.

Nos hospedamos en casa de sus padres, aunque yo insistí en un cuarto de hotel. El más contento de que llegaramos fue Ian y Ramón al deshacerse de sus kennel.

Comimos un poco y nos dirigimos al hospital, desde que fue a mi departamento con esa extraña propuesta, su madre había mejorado notablemente y el lunes podría regresar a su hogar junto a su marido.

Para celebrar la recuperación de su madre, invité a Sandra a cenar a un restaurante muy bonito y que estaba cerca de la casa de sus padres.

Esa noche estaba más hermosa que nunca, con un vestido de noche azul marino y el cabello suelto de lado adornado con un moño. El rostro ligeramente maquillado con tonos nacarados, era simplemente perfecta, una figura MAGISTRAL.

Llegando al restaurant nos sentamos en una mesa junto al ventanal y esperamos a que llegara la mesera para ordenar. Mientras tanto conversamos un pco y preguntó por el caso que estaba en pie.

-Lo siento.- Dije tratando de sonar profesional.- Por ahora no puedo discutirlo.- La miré y extrañamente me estaba sonriendo de una manera muy peculiar, al instante siguiente, pasó algo que cambiaría el curso de nuestras vidas para siempre. Tomó mi mano.

Kaori.