martes, 6 de marzo de 2018

Uno siempre vuelve a los lugares donde amó la vida...

Esta frase siempre me ha gustado tanto, porque eventualmente, cuando la vida se te viene encima aunque sea sólo en el recuerdo, vuelves a donde alguna vez fuiste feliz, de eso se trata un patronus, justo de eso, lo entiendo perfectamente y mi patronus, un gato hermoso y peludo, precisamente se llama así, Recuerdo.

Pero hoy no quiero hablar de mi patronus, sino de aquél lugar al que he vuelto hoy y que ha desempolvado en mí, sentimientos que había olvidado que existían.

Hoy volví a mi Dojo, hace más de 15 años que no pisaba un pie en ese suelo de madera. La primera vez que fui fue con papá, él era cinta blanca y yo amarilla avanzada. Me divertía como a veces el mismo se contradecía, quería princesas de torre, pero también quería niñas fuertes, que supieran defenderse, independientes.

Así que hace más de 15 años, con mi cinta amarilla avanzada fui por primera vez con mi papá, yo moría de ganas por pelearlo y tumbarlo y demostrarle lo fuerte que era, pero tan sólo era una pequeña de 8 años, delgada y chaparrita para su edad, aún con maña no había manera de que pudiera ganarle a semejante hombresote.

Era algo que por un tiempo compartí con mi papá, mis hermanas también estaban ahí claro, todas sus mujercitas tenían que saber combatir el peligro, pero por alguna razón siempre sentí que el Tae Kwon Do era mío y de mi padre.

Comencé a practicarlo en la escuela, como clase de deportes, era increíble, podía concentrarme y quedarme quieta más de un minuto!!! Me sentía plena, disciplinada, tranquila, CONCENTRADA!!! Así que por primera vez descubrí la maravilla del deporte. 

La escuela como siempre es un lugar terrible, sobre todo si eres alguien sobresaliente, en el ámbito que sea, ser distinto es un problema casi siempre. El abuso escolar estaba destruyendome poco a poco hasta que vino a mi. Fui una niña TADAH no tratada, inquieta y con problemas con la autoridad. La gente tiende a pensar que los niños son estúpidos y que no entenderían de razones, que explicarles está de más, ellos tienen que confiar en ti por el simple hecho de ser adulto. Así que bueno, ni era tonta ni dejaba de cuestionarmelo, sigo sin dejar de hacerlo.

Así que el Tae me ha devuelto la esperanza y la tranquilidad y me siento nuevamente como una niña, pero una niña centrada donde su cabeza no está pensando en trillones de cosas al mismo tiempo ni está inquieta porque ya ha pasado mucho tiempo sentada, nadie que no haya experimentado el silencio después de años de ruido podrá comprender mi sentimiento hacia tan bello arte marcial.

Lo dejé, las circunstancias de la vida me arrebataron una de las cosas que más he amado en la vida, mi paz se fue, y tuve que lidiar nuevamente con el ruido, aprender a ignorarlo y dejarlo de lado (olvidar mi propia inteligencia). Pero siempre quise regresar.

Es gracioso como funciona el destino, y como nos regresa siempre a nuestros orígenes, a donde precisamente alguna vez fuimos felices y nos sentimos en calma. Hoy por primera vez en más de 15 años volví a pisar mi Dojo y después de tanto tiempo de sentirme perdida, me sentí en casa, me sentí bienvenida y volví a pertenecer, salí del trance. Hoy después de tanto tiempo pude gritar de nuevo KYA!! y sentirlo en mi pecho, hacer las formas, patear, respirar agitado.

Me llene de nostalgia, casi lloro al encontrarme ahí, seguía siendo el mismo cuartito con piso de madera que recordaba, el recuerdo de aquél día con papá se sintió tan vivo, hasta podría decir que extrañé al hombre. a veces me pregunto si se acordará de aquellos días en que quería combatirlo, en que siquiera sabía que quería ser su orgullo y que me viera campeona algún día, me pregunto, si mi papá se acordará de mi... 

Hoy amé la vida de nuevo, de la misma manera que cuando tenía 8 años.

Cortana...