Un día conocí a un niño, era alto, guapo, fuerte y delgado, cabellos oscuros, ojos chocolate y con la sonrisa más encantadora que jamás hubieran podido apreciar mis ojos.
Tenía cierto misterio y yo una enorme inquietud por desvelarlo, tenía también una burbuja de cristal, y yo; como gato que soy, quiero romperla. El chico tenía una muralla y mi instinto de conquista quería derrumbarla...
...Y así fue.
Kaori.
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