jueves, 19 de marzo de 2015

Las memorias de Mary Jane #3

Hoy me volvía a enamorar de él, de su caminar, de su sonrisa, de él. Y cómo no hacerlo, si me demuestra que para amarlo solamente basta un pequeño roce de nuestros labios para demostrarnos lo que sigue del "te amo".

Me ha enseñado a luchar y a soñar, más que nunca, más que siempre. Y entonces sonrío, porque es mi razón de ser. 

Hoy me volví a enamorar del mismo hombre, de ese que es un niño, de ese que está completamente loco, de aquél al que no le importa que lo ame en público o que lo ame en privado, sólo le preocupa que lo ame.

Me enamoré del mismo que me enamoré ayer, y hace una semana, y hace 9 meses y entonces, se que es el indicado, el eterno amor de mi vida, porque me enamora todos los días y no sólo cuando quiere algo.

Me enamore de una sonrisa y de una canción de su maldita voz angelical, de su suave cabello y de sus ojos encantadores que revelan los misterios del universo.

Me enamoré de un superhéroe, del que trepa los muros para salvar al mundo, para salvarme a mi, que no dudaría en asesinar si alguien intenta dañarme, que no dudaría en protegerme, me enamoré del que me permite ser la damisela en peligro, de ser princesa.

Hoy lo miré mientras como siempre hacía su tarea tan concentrado, me enamoré de cada pensamiento que surgía en ese cerebro tan increíble, de cada gesto y de la posición de su mano en su barbilla mientras analizaba aquellas cosas que están muy por encima de mi comprensión.

Me enamoré de la forma en que se sienta en la silla y de las caricias distraídas que le hacía a mi cabello, OH, ESAS MALDITAS CARICIAS COMO ME ENCANTAN. 

Me enamoré de cada molécula de oxígeno que nos envolvía mientras nos besabamos en el patio... en fin, me enamoré de él... todo el tiempo, constantemente... y entonces, soy feliz.

Mary Jane Watson.

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