domingo, 18 de octubre de 2015

La desdicha del caminante

Era un señor, muy muy gordo, tan gordo que le costaba trabajo pasar por las puertas de casi cualquier lugar, siempre llevaba consigo pomitos de grasa por si le ocurría que se atorara en el supermercado. 

Un día el señor gordo, cuyo nombre no revelaremos por deseos de anonimato; iba a recoger el periódico a su jardín, cuando se dio cuenta de que unos simples pasitos, le causaban una fatiga increíble y entonces miró a su alrededor, solía tener un jardín precioso, la entrada de su casa tenía siempre la madera lustrosa y ahora estaba desvencijada, a la puerta le faltaba uno de los cuatro cristales que la componían desde que aquellos chicos descuidados lanzaron su pelota de baseball en ella, la verdad es que le había dado mucha flojera tomar el teléfono para marcar a quien sea que pudiera repararlo y además, no tenía idea de dónde se encontraba el directorio telefónico. Miró también al interior de su casa, todo estaba roto, desvencijado, a punto de caer, desordenado o sucio. 

Nuestro señor gordo, muy muy gordo, se quedó mirando por unos minutos más y entonces, tomó la desición de su vida, saldría de su rutina, cambiaría su vida.

Entonces el señor gordo fue a su baño, se tomó una ducha y se puso su ropa deportiva, limpió su habitación y se deshizo de todo lo que no le servía, tiró millones de revistas, periódicos, cajas de comida, todo lo que ya no le servía, marcos rotos, ropa vieja. posteriormente siguió con el resto de la casa, al menos la casa se veía recogida. Al final del día nuestro señor estaba agotado, pero se sentía realmente satisfecho con lo que había hecho. 

...
Era un señor, muy muy gordo, tan gordo que había decidido que cambiaría su vida, había decidido comenzar la vida del caminante hacía una nueva dirección, esa en la que hacía algo por sí mismo. Cuando era joven, nuestro querido señor, había hecho mucho dinero en una compañía, se había hecho millonario como para que 4 generaciones después de él pudieran vivir sin hacer absolutamente nada, este señor era muy feliz, atlético, con una hermosa esposa y todo cambió cuando ella enfermó, cada vez su vida perdía un poco mas el color, conforme su esposa iba empeorando, hasta el día que murió, el se sumió en la depresión como es lógico. Se encerró en su casa, vivía de comida chatarra y televisión. Un día, se hartó de vivir en una mansión, así que la vendió, les dejó las ganancias a sus sirvientes y a la gente que trabajaba para él y decidió mudarse a donde vivía en esos momentos, un lugarcillo donde nadie lo molestara y pudiera terminar de vivir o morir, al principio era un lugar precioso, hasta que le empezaron a pasar los años y el descuido por encima, había elejido la desdicha del caminante por mucho tiempo, era momento de cambiar de rumbos y ser un mejor caminante de la vida.

Al día siguiente de haber ordenado su casa, decidió que arreglaría todos y cada uno de los desperfectos que tenía su pequeño hogar, y así se dispuso, poco a poco, con lo que su enorme peso le permitía, decidió que en esta ocasión, no podría hacerlo solo, así que contrato electrisistas, plomeros, un ama de casa, gente que le enseñara como arreglar los desperfectos, que necesitaran un trabajo y gente que pues, le hiciera un poco de compañía. A los trabajadores les encantaba escuchar todas esas historias que tenía nuestro señor, sobre como había llegado a ser uno de los hombres más ricos de la galaxia y sobre como tras la muerte de su esposa lo había perdido todo, realmente seguía siendo el mismo hombre millonario, lleno de billetes, pero había dejado que su vida se vaciara por completo al perder a su mas adorado tesoro.

- Pero todo cambiará desde ahora chicos, volveré a ser el que era y verán que no me reconocen! Seré feliz, porque seguro que Sara así lo querría.
-Eso es todo mi señor...!

Los trabajadores siempre se mostraban muy entusiasmados cuando el señor les contaba todos sus maravillosos planes para salir de la desdicha del caminante.

-La vida es un camino amigos míos, yo decidí por mucho mucho tiempo, sumirme en la desdicha del camino, me dejé vencer y caer en desgracia por mi mismo, pero regresé al buen camino, no me será fácil, sin embargo, ya comenzó. Repetía esa frase unas 7 veces al día y siempre sus nuevos amigos y trabajadores le daban ánimos para seguir con su proyecto.
-Y qué planea hacer?
-Bueno Sara siempre quiso tener un lugar donde la gente pudiera refugiarse, un santuario si así quieren llamarle. Era una mujer preciosa, con una sonrisa, que ni un millón de hadas podrían asemejar. Entonces pienso hacer de ésta casa un santuario, donde la gente que se siente como yo en su momento, pueda venir y relajarse, lo mejor es que no tendrán que pagar un sólo céntimo, mi dinero es suficiente para cubrir los gastos por un tiempo, cuando muera, espero que la gente se encargue de mantener este lugar en buenas condiciones por voluntad propia. Espero que el jardín quede justo como a ella le hubiera gustado y en cuanto la casa esté lista, ustedes se quedarán a cargo de ella, cuidarán de cualquier ser vivo que decida refugiarse en éste lugar y yo, por un tiempo, caminaré, sin rumbo, a donde el viento me lleve y volveré para morir en paz en mi propio santuario a Sara.

...
Así pasaron los días y la casa cada vez era más y más hermosa, no se reparó en gastos jamás quedó como un lugar casi sagrado. Por desgracia nuestro señor no pudo emprender su viaje, justo unos días antes de terminar los arreglos del santuario, había caído muy enfermo, durante el proceso de mejora, se podría decir que ya no era un señor tan gordo, había mejorado mucho él junto con el lugar, sin embargo no fue suficiente y poco a poco fue empeorando hasta que no pudo mas y se fue a reunir con su amada Sara, en su propio santuario. Cuentan los visitantes que a veces cuando hay luna llena, o cuando hay lluvia, inclusive en algunas mañanas soleadas, se puede apreciar a una feliz pareja caminar por el jardín y cuidando de las plantas y animales que decidieron vivir en el santuario.

Se dice también que el lugar se volvió muy popular entre los seres vivientes, se cree que es uno de los únicos lugares donde realmente se puede estar al mismo tiempo, como dualidad hombres y animales, en paz y sin miedos, sin guerras, sin maltratos, siempre están en armonía.

Así fue como nuestro querido Señor, de estar en la desdicha del caminante, pasó aún después de la muerte hacia la dicha del caminante, se cree que es un alma eternamente feliz y que cuida de aquellos que buscan paz...

Kaori.

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