Había llegado el día del gran viaje, con destino a lo desconocido, que
en su momento a mí no me apetecía experimentar. Había intentado todos los
medios conocidos para aunque sea, retrasar el tiempo y evitar a toda costa el
tan mencionado viaje, que mi familia ansiaba desde hacía unos meses.
4
meses atrás, con los mismos vanos intentos, quise evitar que él partiera. Me
debatía en incomparables sentimientos; sentimientos encontrados que me tenían
confundida y algo loca y es que ¡Maldita sea! Emanuel vete y ten una vida, pero
no me dejes, te necesito. Esos pensamientos me acosaban al mismo tiempo,
llegaban súbitamente y así como llegaba mi alegría y deseos para que a él le
pasaran cosas buenas, también estaba la contraparte, no quería separarme 5
meses de él.
A pesar de mis
múltiples intentos por detener el tiempo, el día llegó, 28 de Agosto del 2015,
era viernes, estaba nerviosa, no sabía que sentir al respecto, mi estómago
estaba algo revuelto, por lo que había decidido mejor no desayunar. Sentía una
enorme emoción, una genuina felicidad por lo que había logrado el hombre que yo
más amaba, pero como he mencionado anteriormente, sentimientos encontrados. Al
mismo tiempo, sentía un vacío enorme en la boca del estómago, no quería que se
fuera y a la vez, lo deseaba con el alma.
Ese día decidí no
asistir a la escuela, había asuntos más importantes que atender, luego podría
ponerme al corriente, no era como que me estuviera ausentando por una semana, nada
por el estilo. Así pues, me desperté a una hora prudente y me encaminé a la
estación de camiones donde sería la última vez que nos veríamos. No era algo
bonito saber que era la última vez que tendríamos un contacto verdadero entre
nosotros, hasta que con suerte él regresara 5 meses después.
-No pude detener el tiempo, no pude y ya te
vas- Susurré entre sollozos, mientras lo abrazaba y lo apretaba con todas mis
fuerzas. Mis ojos, por más que intenté evitarlo, soltaron unas gotitas diminutas
de agua, que resbalaron por mis morenas mejillas.
-Tampoco podrás detener el tiempo después,
volveré más pronto de lo que piensas, recuerda que estoy siempre contigo ok?-
Me dijo él mientras me tocaba las mejillas con sus manos y con su pulgar
limpiaba esas lagrimitas traviesas.
Así pues, subió al
camión sin un retorno aparente, hasta el 25 de Enero del siguiente año. Pasaría
todo un semestre lejos de mí…
Como les comentaba al
inicio de esta historia, hice esfuerzos sobrehumanos nuevamente, para evitar el
paso del tiempo y así poder disfrutar de la presencia digital de mi amado
Emanuel. Una llamada diaria por la noche y un millón de mensajes por el día. El
problema era que algo me decía que en el mentado viaje a San Luis, no habría
señal ni manera alguna de poder comunicarme con el amor de mi vida, ya
suficiente tenía con los 4 meses de ausencia que ya habían pasado, como para
que también tuviese que lidiar con una semana sin saber absolutamente nada de
él, era como un infierno.
Pero el día llegó y
mis peores miedos se hicieron realidad, mientras más me acercaba a mi destino,
menos señal tenía, en pleno siglo XXI y no podía usar mi celular en cualquier
parte, aún en mi ciudad, me costaba a veces comunicarme con fluidez, lo peor es
que mis padres habían escogido como destino el lugar más perdido y escondido de
México para pasar la semana un lugar donde no había comunicación alguna con el
mundo exterior, me sentía aislada completamente e indefensa, cómo podría
comunicarle que me encontraba bien? O cómo iba a enterarme si cualquier cosa le
pasaba a él? Lo peor eran mis padres, que no comprendían lo que significaba
para mi estar tan aislada, lo cierto es que ellos nunca han estado
separados del otro por más de dos semanas y siempre tienen como comunicarse,
así que es un poco obvio que ellos no puedan comprender mi situación.
Al llegar al hotel,
fue cuando todo se derrumbó, había empacado todo lo necesario para poder tener
aunque fuera un poco de comunicación, aunque fuera una imagen, pero al llegar,
todo estaba muerto, mi celular no tenía señal
de internet ni de recepción telefónica y el hotel no contaba con servicio
“wi-fi”.
Entré en pánico y
por más que me propuse a no llorar, no pude contener más el agua acumulada en los
ojos ni los sentimientos del corazón que parecían desbordárseme por las
pestañas. Llegué a la habitación, era un lugar algo amplio, con dos camas King
– size y dos literas; tomé la de abajo porque le tengo pánico a las alturas y ni
siquiera deprimida subiría hasta allí, acomodé mis cosas y me eché a llorar en
la que sería mi cama por los siguientes 6 días. Por más que quería, no podía
hacer otra cosa que pensar en Emanuel, en que quizá estaría preocupado de no
saber nada de mi por tanto tiempo, que no le dije lo suficiente que lo amaba,
que me daba pánico que algo malo le sucediera a él y no pudiera enterarme
siquiera. Estaba aterrorizada y llena de pánico, decidiendo no salir de ahí y
planeando mi siguiente movimiento para acelerar el tiempo y regresar a casa,
sentía cómo la depresión estaba tomando posesión de mi nuevamente. La cama
estaba muy cómoda, llorar me había cansado y simplemente me dejé caer en un
sueño casi necesario.
Después de lo que
se sintió como una hora, desperté por el ruido de la familia, comenzaron con
conversaciones ruidosas y risas, eventualmente me iban a levantar. Aún no
despertaba bien y me sentía decaída, no comprendía el sentimiento hasta que de
nuevo recordé que no tenía modo de saber de él, de escuchar su voz tras una
nota o de leer sus mensajes tontos, mis ojos se humedecieron nuevamente. Pero
había algo diferente, sólo era nostalgia, poco a poco empecé a despertar de mi
ensimismamiento, mis hermanas comenzaron a hacer bromas y por más que intenté
mantenerme seria y en mi posición quizá de huelga, me sacaron sorpresivamente
una sonrisa bastante sincera, yo misma quedé sorprendida, no lo esperaba y
volví a sonreír de mi propia sorpresa.
Me quedé en la cama
ya despierta y comencé a leer los cuentos de Asimov, una de aquellas cosas que
me hacían sentir cerca de mi amado, me puse mi pijama, (una de sus playeras, un
pants y su sweater rojo). Fue cuando me paré por un vaso con agua que algo
dentro de mí cambió, volví a sonreír, parecía una tonta con tanta sonrisa sin
sentido, susurré su nombre…
-Emanuel, está bien, sé que no te gustaría
saber que estoy así- Limpié las lágrimas de mi rostro- así que haré todo por
estar bien, sonreír y disfrutar el viaje, veré la manera de avisarte que estoy
bien y que te amo.
Lo sentí cerca de
mí, sentí cómo me abrazaba y cómo me amaba, aún con tanta distancia y con
tantas cosas que nos alejaban del otro, estábamos muy unidos, quizá más que
nunca.
Y entonces todo cambió…
To be continued…
Cortana!
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