miércoles, 23 de diciembre de 2015

En viajes separados… Parte 1 No pude detener el tiempo

Había llegado el día del gran viaje, con destino a lo desconocido, que en su momento a mí no me apetecía experimentar. Había intentado todos los medios conocidos para aunque sea, retrasar el tiempo y evitar a toda costa el tan mencionado viaje, que mi familia ansiaba desde hacía unos meses.

4 meses atrás, con los mismos vanos intentos, quise evitar que él partiera. Me debatía en incomparables sentimientos; sentimientos encontrados que me tenían confundida y algo loca y es que ¡Maldita sea! Emanuel vete y ten una vida, pero no me dejes, te necesito. Esos pensamientos me acosaban al mismo tiempo, llegaban súbitamente y así como llegaba mi alegría y deseos para que a él le pasaran cosas buenas, también estaba la contraparte, no quería separarme 5 meses de él.

A pesar de mis múltiples intentos por detener el tiempo, el día llegó, 28 de Agosto del 2015, era viernes, estaba nerviosa, no sabía que sentir al respecto, mi estómago estaba algo revuelto, por lo que había decidido mejor no desayunar. Sentía una enorme emoción, una genuina felicidad por lo que había logrado el hombre que yo más amaba, pero como he mencionado anteriormente, sentimientos encontrados. Al mismo tiempo, sentía un vacío enorme en la boca del estómago, no quería que se fuera y a la vez, lo deseaba con el alma.

Ese día decidí no asistir a la escuela, había asuntos más importantes que atender, luego podría ponerme al corriente, no era como que me estuviera ausentando por una semana, nada por el estilo. Así pues, me desperté a una hora prudente y me encaminé a la estación de camiones donde sería la última vez que nos veríamos. No era algo bonito saber que era la última vez que tendríamos un contacto verdadero entre nosotros, hasta que con suerte él regresara 5 meses después.
-No pude detener el tiempo, no pude y ya te vas- Susurré entre sollozos, mientras lo abrazaba y lo apretaba con todas mis fuerzas. Mis ojos, por más que intenté evitarlo, soltaron unas gotitas diminutas de agua, que resbalaron por mis morenas mejillas.
-Tampoco podrás detener el tiempo después, volveré más pronto de lo que piensas, recuerda que estoy siempre contigo ok?- Me dijo él mientras me tocaba las mejillas con sus manos y con su pulgar limpiaba esas lagrimitas traviesas.

Así pues, subió al camión sin un retorno aparente, hasta el 25 de Enero del siguiente año. Pasaría todo un semestre lejos de mí…

Como les comentaba al inicio de esta historia, hice esfuerzos sobrehumanos nuevamente, para evitar el paso del tiempo y así poder disfrutar de la presencia digital de mi amado Emanuel. Una llamada diaria por la noche y un millón de mensajes por el día. El problema era que algo me decía que en el mentado viaje a San Luis, no habría señal ni manera alguna de poder comunicarme con el amor de mi vida, ya suficiente tenía con los 4 meses de ausencia que ya habían pasado, como para que también tuviese que lidiar con una semana sin saber absolutamente nada de él, era como un infierno.

Pero el día llegó y mis peores miedos se hicieron realidad, mientras más me acercaba a mi destino, menos señal tenía, en pleno siglo XXI y no podía usar mi celular en cualquier parte, aún en mi ciudad, me costaba a veces comunicarme con fluidez, lo peor es que mis padres habían escogido como destino el lugar más perdido y escondido de México para pasar la semana un lugar donde no había comunicación alguna con el mundo exterior, me sentía aislada completamente e indefensa, cómo podría comunicarle que me encontraba bien? O cómo iba a enterarme si cualquier cosa le pasaba a él? Lo peor eran mis padres, que no comprendían lo que significaba para mi estar tan aislada, lo cierto es que ellos nunca han estado separados del otro por más de dos semanas y siempre tienen como comunicarse, así que es un poco obvio que ellos no puedan comprender mi situación.

Al llegar al hotel, fue cuando todo se derrumbó, había empacado todo lo necesario para poder tener aunque fuera un poco de comunicación, aunque fuera una imagen, pero al llegar, todo estaba muerto, mi celular no tenía señal de internet ni de recepción telefónica y el hotel no contaba con servicio “wi-fi”.

Entré en pánico y por más que me propuse a no llorar, no pude contener más el agua acumulada en los ojos ni los sentimientos del corazón que parecían desbordárseme por las pestañas. Llegué a la habitación, era un lugar algo amplio, con dos camas King – size y dos literas; tomé la de abajo porque le tengo pánico a las alturas y ni siquiera deprimida subiría hasta allí, acomodé mis cosas y me eché a llorar en la que sería mi cama por los siguientes 6 días. Por más que quería, no podía hacer otra cosa que pensar en Emanuel, en que quizá estaría preocupado de no saber nada de mi por tanto tiempo, que no le dije lo suficiente que lo amaba, que me daba pánico que algo malo le sucediera a él y no pudiera enterarme siquiera. Estaba aterrorizada y llena de pánico, decidiendo no salir de ahí y planeando mi siguiente movimiento para acelerar el tiempo y regresar a casa, sentía cómo la depresión estaba tomando posesión de mi nuevamente. La cama estaba muy cómoda, llorar me había cansado y simplemente me dejé caer en un sueño casi necesario.

Después de lo que se sintió como una hora, desperté por el ruido de la familia, comenzaron con conversaciones ruidosas y risas, eventualmente me iban a levantar. Aún no despertaba bien y me sentía decaída, no comprendía el sentimiento hasta que de nuevo recordé que no tenía modo de saber de él, de escuchar su voz tras una nota o de leer sus mensajes tontos, mis ojos se humedecieron nuevamente. Pero había algo diferente, sólo era nostalgia, poco a poco empecé a despertar de mi ensimismamiento, mis hermanas comenzaron a hacer bromas y por más que intenté mantenerme seria y en mi posición quizá de huelga, me sacaron sorpresivamente una sonrisa bastante sincera, yo misma quedé sorprendida, no lo esperaba y volví a sonreír de mi propia sorpresa.

Me quedé en la cama ya despierta y comencé a leer los cuentos de Asimov, una de aquellas cosas que me hacían sentir cerca de mi amado, me puse mi pijama, (una de sus playeras, un pants y su sweater rojo). Fue cuando me paré por un vaso con agua que algo dentro de mí cambió, volví a sonreír, parecía una tonta con tanta sonrisa sin sentido, susurré su nombre…
-Emanuel, está bien, sé que no te gustaría saber que estoy así- Limpié las lágrimas de mi rostro- así que haré todo por estar bien, sonreír y disfrutar el viaje, veré la manera de avisarte que estoy bien y que te amo.

Lo sentí cerca de mí, sentí cómo me abrazaba y cómo me amaba, aún con tanta distancia y con tantas cosas que nos alejaban del otro, estábamos muy unidos, quizá más que nunca.

Y entonces todo cambió…

To be continued…


Cortana!

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