Mucho se ha hablado acerca de cuál es el himno
nacional más bello del mundo, existe un mito urbano en el que varios países de
Latinoamérica son el 2° más bello, sin embargo, no hay estadísticas o listas
oficiales que avalen esto. Todas las teorías coinciden en que la Marsellesa de
Francia es el número uno a nivel mundial.
Entre
los sujetos que han sido llamados como el 2° lugar están, Perú, Colombia y
México, todos afirman que su himno nacional sólo es superado por el himno francés.
La
cuestión es que no hay información fidedigna que justifique estas alegaciones y
no se sabe en qué momento inició este mito ni dónde surgió. No se encuentran
datos de algún concurso real o de algún consenso de expertos que hayan
declarado en efecto cuales son los himnos nacionales más bellos del mundo.
Es
claro por qué varios países alegan que el suyo es uno de los mejores, el
patriotismo y el orgullo que les da su nación hace que consideren a su propio
himno como una característica inigualable y única frente al resto del mundo, lo
cual no se escapa completamente de la realidad, siendo que son justamente los
símbolos patrios de cada nación lo que las identifican como únicas entre las
demás.
Es
natural creer que este mito haya nacido precisamente por el amor que le tiene
cada población a su país y por el orgullo que siente al pertenecer a su nación,
probablemente al ver la primera publicación acerca de los himnos hayan
modificado la historia para levantar un poco el ánimo de su propia comunidad o
quizá creyeron que su país debía ocupar un puesto importante en el ranking.
La
única constante parece ser que todos están un lugar por debajo de la Marsellesa
parece ser que todos los países involucrados en éste mito urbano aceptan que el
himno francés está por encima del suyo y la pregunta entonces sería ¿Por qué no
desmentir y hacer entonces ya oficial un concurso o consenso donde se estudie
la musicalidad y letra de los himnos y se haga una lista oficial terminando así
con los rumores? La respuesta es incierta y sería un buen ejercicio de
participación mundial en la que se podría interactuar de manera pacífica
haciendo a un lado cualquier diferencia política o religiosa.
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