Amanecí
un poco más descansada y pese a lo que uno normalmente esperaría de mi desperté
a eso de las 9 o diez, la verdad es que no sabría decir, no revisé el reloj
hasta que dieron las 11 y ya llevaba quien sabe cuánto rato despierta.
Mamá
y papá bajaron al pueblo a comer menudo, a mi particularmente no me gusta. De
ahí mismo donde desayunaron nos trajeron unas quesadillas, me costó bastante
trabajo comer la segunda, puesto que tengo los brackets y es bastante incómodo.
Aun así, un par de quesadillas no eran
suficiente alimento y tenía la sensación de querer comer más. Mis hermanas
concordaban conmigo, así que decidimos que iríamos al restaurante del hotel a
ver si había algo interesante en el menú para comer. A mí se me habían antojado
unas crepas, pero al parecer sólo están en el menú de la comida. Así que comí
un poco de pan, jugo de naranja y “chocomilk”.
Fue un día bastante extraño, al principio
pintaba a ser aburrido y sin chiste, un montón de personas tiradas en el pasto
sin nada que hacer, una leyendo, otra jugando con el agua, otra dormida en el
pasto, en fin. Me quedé un rato leyendo Asimov, también me quedé mirando hacia
el paraíso de en frente imaginando incontables historias, en las que figuraban
un Jaguar y muchas aves.
Fue entonces que papá lo propuso, teníamos el
plan de ir a una granja de peces, eso era bastante interesante, las había
estudiado el semestre anterior, fue bastante gracioso para mi llegar ahí puesto
que en realidad jamás pensé que haría uso de los conocimientos de esa clase,
que se podría decir que se consideraba como una terrible pérdida de tiempo, por
varios factores claro está, no solamente porque no es una clase muy aplicada en
mi ciudad o en general en la vida.
Nos dispusimos pues a la granja. Unos minutos
de carretera y un camino escondido, hectáreas y hectáreas de Cañaverales, de
pastos gigantes con pincelitos en las puntas, decorando los campos con su color
rosita. Los pocos árboles que
quedaban
de lo que alguna vez fue la selva en la huasteca, se elevaban; no mucho,
tratando de tocar el cielo y de sobrevivir al ser humano, como todo en este
planeta.
Al entrar al camino, unos minutos después,
nos topamos con una puerta azul, compuesta de metal y madera, con arreglos
rudimentarios para que no se estampara nunca y para que las vaquillas que ahí
vivían no fueran a escapar a la carretera o a los cañaverales en su defecto.
Al llegar hicimos un poco de coraje porque
habían unas, digámosles criaturas, incultas, estúpidas, sin cerebro, humanos,
como último insulto, de esos que aman matar a sangre fría y que no saben en lo
absoluto lo que es la compasión y pues seguramente no tienen educación y
escuchan música banda. Me disgusta ese tipo de personas, quisiera hacerles
precisamente lo mismo que ellos hacen, meterlos en un bosque y cazarlos,
apuntarles con mi sniper o
con
mi DMR o cualquier arma, incluso un revólver y hacerles saber que su vida está
en mis manos, justo como ellos hacen con los animales a los que atormentan.
Es muy raro, porque estoy a favor de la
cacería siempre que sea para consumo propio, que sea porque es necesario, para
alimentarte o para defensa personal incluso, el asesinato en sí, no lo tolero
en lo más mínimo. Esa saña de llegar y decir, lo maté porque quise, por
diversión, por deporte, porque se vería bonito en mi pared, me purga el alma,
eso sólo habla de bestias inmundas, retrógradas, medievales que no tienen una
pizca de cerebro, justo como los toreros y los que van a las corridas de toros,
es muy simple, el que mata, ya sea a un animal o a una persona, incluso un
árbol, con la intención de simplemente matarlo, es un ASESINO, no hay de otra,
son asesinos y deberían ser erradicados de la sociedad.
En fin, El lugar era un rancho bastante grande,
con varios estanques, en medio de la nada y rodeado de selva, cañaverales, animales
diversos y millones de árboles, era como un pequeño paraíso.
Al descender del auto, nos topamos con dos
mininos, unos pequeñitos peludos que eran demasiado amables, no tenían mucho la
actitud normal de un gato, eran dos gatitas. Una gris con franjitas y una
blanquita de ojos azules.
Mamá se topó con unos gallos kikiriki, de
pelea, que decidieron que su bota era su peor enemiga y le echaban pleito
feroz, como si su vida dependiera de ello, fue bastante gracioso. Recorrimos el
lugar y observamos los estanques, que ya casi estaban vacíos, recordé más cosas
de las que esperaba recordar sobre la producción de peces y el mantenimiento de
los estanques. Llegaron unos compradores y sacaron bastantes peces del río y de
los estanques, papá decidió contratarse y ayudarles a los señores a cargarse de
peces. Mientras todos estaban en sus labores y las mujeres estábamos perdiendo
el tiempo en observar el panorama, encontramos una gatita más, una chica
peludita. La gatita decidió que era material para ser su amiga y me siguió
bastante rato para todos lados, hasta que se cansó y se echó a acicalarse.
El dueño del rancho, nos recibió bastante
bien y platicó bastante rato con nosotros, muy amable y compartiendo con
nosotros su desdén por la cacería y la mata innecesaria de animales. Estábamos
muy tranquilos cuando de repente un águila se posó en un árbol no muy lejano de
donde nos encontrábamos, observó por varias horas desde su puesto de
vigilancia, no le quitaba de encima los ojos a los estanques. Resulta que todos
los días llegaba y robaba un pez, pareciera como si fuera una cuota diaria que
el señor debía pagar por vivir ahí.
Después de un rato y de ver al águila hacer
vanos intentos en tomar un pez, regresamos al auto y volvimos al pueblo, el
señor nos ofreció volver cuando queramos y nos ofreció su casa, me parecía
bastante honesto, no era la típica cortesía que tiene todo el mundo sólo porque
sí .
Regresamos al pueblo, hacía algo de hambre,
así que nos detuvimos en un pequeño restaurantito a comer, son las enchiladas
más deliciosas que he comido en mucho tiempo, bastante rico, lo disfruté
demasiado y eso que no tenía tanta hambre como hubiera esperado. Quizá sea que
Emanuel de verdad desea comer algo verdaderamente picante, después de todos los
fiascos de pseudochile que ha probado allá en el país lejano en el que se
encontraba.
Emanuel… mi semblante cambió súbitamente,
siempre está en mi mente, pero esta vez fue demasiado fuerte, Emanuel… Nadie
había notado el cambio en mi expresión. Algo dentro de mí se quebró, dolía,
hacía algunos días no sabía nada de él ni él de mí, me preocupara que no fuera
a estar bien, que se la estuviera pasando mal, que se sintiera como yo me
siento cada noche con las mismas ganas de llorar…
-A
unas tres cuadras hay un ciber – café, ahí consumes algo y puedes hacer uso del
internet…
-Muchas
gracias.
Mis ojos brillaron, era justo lo que
necesitaba, un poco de internet, para poder hablar con mi amado. Quería saltar
de la alegría pero debía guardar la compostura, no quería arruinar mi felicidad
con algún desplante de mi padre y sus negativas.
-Podríamos
ir, consumir algo y aprovechar un ratito, si me gustaría, sería lindo.-Dije con
un poco de inseguridad pero con esperanza en mis pupilas.
-Tú
sólo quieres ir al internet María José.- Dijo mi hermana menor con desdén y una
cara de desprecio en el rostro.
-Y
eso ¿A ti que te importa?, no te afecta ¿O sí?- Le dije con el mismo desprecio. Molesta con la forma
en la que había contestado ante mi petición, ¿Qué daño le hacía si quería o
necesitaba el internet? ¿Cuál era su problema?
Finalmente, terminamos de comer y
después de pagar la cuenta, nos retiramos a una tienda de ropa para hombres
justo en frente de la calle en la que nos encontrábamos. Particularmente me
estaba aburriendo, pero me alegraba que mi padre se comprara cosas para él,
normalmente gasta su dinero en sus autos y no se compra cosas verdaderamente a
él…
-Aprovecha
que estamos aquí y adelántate a la cafetería esa ahorita te alcanzamos
nosotros, para que tengas más tiempo y puedas platicar más agusto.
Mis ojos se iluminaron, recibí el dinero
gustosa, mi otra hermana me acompañó, caminamos hasta el lugar. Era un establecimiento
pequeño, con olor a palomitas y algo encerrado…
-Palomitas.-
Era la clave del wi – fi. De repente, mi celular hizo ka-boom! Se llenó de
notificaciones por todos lados, pero lo que más me importaba eran las de él,
hacer aunque fuera un pequeño contacto y así sucedió, pude, aunque fuera por
unos minutos, saber que estaba completamente bien y que como yo, el me
extrañaba y le hacía falta.
-Nunca
en la vida quiero separarme de ti pequeña niña…
Hasta que tuve que marcharme y decirle un
vago pero amoroso “adiós mi amor, ya debo irme” y se acabó mi momento de
internet.
Regresé al aislamiento de mi hotel…
To
be continued…
Cortana!
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